Escojo el trampolín.

No quiero más canciones.
No quiero lecturas recomendadas
ni poemas a la sombra
de una taza de café.

Se me antojan claras las amarguras.
Un te quiero nunca dicho,
una palabra más alta que otra
en un cambio de estación

Pero si tengo que correr prefiero
esperar que el tiempo se aclare primero.
Y si tengo que saltar escojo el trampolín.
Y si tengo que remar te espero
en El Retiro de Madrid.

Dónde queda ya la hartura.
Dónde las habitaciones y los juegos de los amantes.
Y la casa donde las sábanas juran
que entregamos los jirones
a la patria de las dudas.

Pero si tengo que correr prefiero
guardas las cartas, quitarme el sombrero.
Yo me bajo en la siguiente parada,
en el lugar en el que no me queda nada
y donde no me llamen caballero.

Deja un comentario

Archivado bajo Antología diluida.

Deja un comentario